Aunque el cabernet franc sea la estrella de Bodega Aleanna, en Mendoza (Argentina), lo cierto es que este proyecto cuyos vinos son conocidos bajo el nombre El Enemigo son más de mostrar el terroir que la variedad. Así que, aunque su Gran Enemigo Single Vineyard Gualtallary 2013 haya sido el primer vino argentino con los tan codiciados 100 puntos Parker, son muchos otros los vinos que se elaboran a su sombra. Una de las referencias menos conocidas, pero igualmente estupenda es El Enemigo Semillón. Un vino que lamentablemente pasa desapercibido entre los grandes premiados pero que, sin embargo, luce talento por sí solo. Y es que aunque los vinos blancos argentinos no son tan aclamados como los tintos, esta pequeña producción de escasas unidades deslumbra por su textura, frescura y elegancia.

Sus creadores, Alejandro Vigil (maestro enólogo de Catena Zapata) y Adrianna Catena (hija del impulsor del vino moderno en Argentina Nicolás Catena Zapata), parten de la base de rescatar algunas de las técnicas ancestrales de la vitivinicultura argentina que se han ido olvidando en el tiempo y en poner en valor terroirs abandonados que se encuentran localizados en la región de Mendoza. En concreto, El Enemigo Semillón proviene de viñedos de gran altitud en el municipio de Agrelo (Luján de Cuyo) y se trata de cepas de la variedad semillón que son cultivadas a través de una agricultura respetuosa y limitando los rendimientos. Una vez en bodega, la fruta se selecciona, se despalilla y se prensa suavemente y, el mosto obtenido fermenta con levaduras autóctonas. Después, el vino pasa a criar en barricas de roble francés durante 15 meses, 20% bajo velo.

Con El Enemigo Semillón, este dúo creativo fusiona las tradiciones vitivinícolas del Viejo Mundo con el alma del Nuevo Mundo. Una maravillosa forma de poner luz y poderío al vino blanco argentino.